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Actualidad de Padules

La casa de la tía Frasquita

Mónoca Sánchez Fernández

la casa de la tia frasquita

Gran parte de los recuerdos más dulces de mi infancia están vinculados a la casa en la que nacieron mi madre, mis tíos y muchos de mis primos. «La casa de la tía Frasquita», o «la casa de los poyillos», como también es conocida en el pueblo, debe su nombre a mi abuela, Francisca Cobo Abad. A pesar de que yo no he nacido ni he vivido nunca en Padules, la casa ha estado siempre muy presente en la vida de mis padres, a los que he oído contar mil y una historias sobre ella. Esas historias alimentaron durante años mi imaginación de niña de ciudad, a la que le gustaba perderse en aquellas grandes habitaciones que habían visto nacer, crecer y morir a varias generaciones de mi familia, y fantasear con las ropas que habían podido vestir, las conversaciones que habían podido sostener o las circunstancias que les habían podido acontecer.

La fecha exacta de construcción del edificio es difícil de determinar, aunque es posible que fuera en los siglos XVII o XVIII. Originalmente, la casa no estaba dividida en dos partes, como en la actualidad, sino que formaba una unidad junto a la vivienda anexa, la que ahora pertenece a mi prima Lola. El inmueble, de dos plantas y unos trescientos metros cuadrados por planta, contaba con paredes de tierra bien apisonada y con los techos de cañas y maderos típicos de las construcciones de la zona, cubiertos en la parte exterior, en el «terrao», por una capa de launa que tenía como función evitar la humedad. El interior estaba organizado en torno a un patio central de suelo empedrado, rodeado por un corredor flanqueado por una balaustrada de madera que recorría toda la planta superior. En el centro del patio, una gran claraboya iluminaba la estancia con luz natural, y varias columnas de madera dotaban de solidez al conjunto.

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